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Semblanza del Seminario Palafoxiano

Uno de los mayores orgullos de la arquidiócesis angelopolitana es sin duda nuestra seminario, magna institución académica, que no sólo es tres veces centenaria, pues este año ha celebrado su 379 aniversario, sino que puede comprender sus orígenes en la primera institución formativa que brotó del concilio de Trento en nuestro diócesis, durante el episcopado de don Diego Román, el colegio de San Juan que comenzó sus trabajos el 24 de septiembre de 1604, convirtiéndolo en uno de los más antiguos del mundo.


Para entenderlo, es importante recordar que hasta el siglo XVI la formación de los futuros presbíteros dependía de la iniciativa particular de cada diócesis y aunque en el caso de Puebla de Los Ángeles, los primeros obispos fray Julián Garcés 1526-1542), Fray Martín Sarmiento (1548-1557), Don Fernando Villagómez (1562-1571) y Don Antonio de Morales y Molina (1573-1576) procuraron cuidar la instrucción de los candidatos al sacerdocio, no se conservan documentos que permitan profundizar al respecto, evidenciando con ello la sabiduría de los Padres Conciliares presentes durante los trabajos del Concilio de Trento (1545-1563) quienes durante el tercer periodo, presidido por el Papa Pío IV (1562-1563) discutieron sobre el particular, llevando al Pontífice a proclamar la Bula: Benedictus Dominus emitida el 15 de julio de 1563 y en cuyo texto se lee: "Los jóvenes, si no son bien educados, se dejan fácilmente arrastrar hacia los placeres del mundo. Por eso si no se forman en la piedad y en la religión desde la más tierna edad, cuando los hábitos viciosos no han tomado aún posesión de los hombres por entero. Así pues, el santo concilio ordena que todas las iglesias catedrales, metropolitanas y las demás, cada una según sus medios funde un colegio que el obispo elija con esta finalidad....".


Este trascendental documento para el porvenir de la Iglesia se vio reforzado por el decreto De Reformatione, del 26 de enero de 1564 que pro-clamó: "Que en cada diócesis hubiera un seminario, en el que se instruyesen y educasen debidamente los candidatos al sacerdocio, para que el pueblo cristiano tuviera abundancia de doctrina saludable." Estableciendo posteriormente las normas que deben regirlos, así como su perpetuidad: “Ita us Dei ministrorum perpetuem seminarium sit."

En cuanto a la palabra "Seminario" deriva del latín Seminarius (de sementis "semilla" y arium "lugar para que estén cosas o vivan y se desarrollen alli"). De esta manera se entiende que el Seminario debe ser el sitio donde los profesores vigilen la educación de los futuros sacerdotes, quienes, como las semillas, han de ser cuidados para que su vocación germine en una serie de frutos para la Iglesia.


En ese contexto se comprenden las disposiciones tomadas por los miembros del Ill Concilio Provincial Mexicano, celebrado en 1585 con respecto a la fundación de los seminarios en la entonces Nueva España, presidido por el arzobispo metropolitano de México, Don Pedro Moya de Contreras (1573-1591) así como el obispo de Puebla, Diego Romano (1578-1606) y con la participación de otros prelados que expidieron un decreto para ese fin: "Deseando el Concilio de Trento, que por medio de ministros bien instruidos y doctos, posea el pueblo cristiano una gran copia de doctrina saludable, decretamos, que en cada Diócesis se erigiera un Colegio en el que los niños se educaran religiosamente..." Este documento fue aprobado por el Papa Sixto V el 28 de octubre de 1589, surtiendo efecto algunos años después en la Angelópolis con la fundación del mencionado Colegio de San Juan Bautista, antecedente directo del actual Seminario Palafoxiano y que vio la luz merced al esfuerzo del citado obispo Diego Romano, quien, procurando cumplir con lo decretado, buscó como mecenas al señor cura de Acatlán, Don Juan Larios, quien obsequió la cantidad necesaria para para adquirir los terrenos en donde se construiría el Colegio y el sostenimiento de los primeros estudiantes. En un predio localizado al sur de la Catedral, en la calle que se conocería posteriormente como de San Pantaleón (actual 5 oriente) erigiéndose allí un edificio de hechuras elegantes, sostenido por columnas de piedra bien labradas que rodean a un patio cuadrado, con una fuente el medio y llamado así en honor de San Juan Bautista, santo patrón del Padre Larios.


Una vez concluidos los trabajos, el Obispo Romano nombró comisarios al Dr. Gallegos ( Deán de la catedral) el Dr. Pedro Gutiérrez de Pisa (Chantre) y al canónico D. Iñigo Carrillo Altamirano para que formaban las constituciones del seminario, el 24 de septiembre de 1604 en donde se enseñarian las materias de: gramática latina, filosofia, teología dogmática y teología moral. Años después, en las postrimerías de la década de 1630, el entonces rey de España, Felipe IV propuso al Papa Inocencio X para el obispado de Puebla, al ex fiscal del Consejo de Guerra y del Consejo de las Indias, Don Juan de Palafox y Mendoza, que fue consagrado como tal en Madrid por el Cardenal Agustín Espínola el 27 de diciembre de 1639, llegando al puerto de Veracruz el 24 de junio del año siguiente, siendo recibido en esta ciudad algunas semanas más tarde, el 22 de julio de 1640 en donde, con el paso del tiempo recibió numerosos encargos por parte de la corte española, entre las que destacan la enviada por el rey en 1641 con la instrucción de que fundase un Seminario más conforme con lo dispuesto por el Concilio de Trento y que fue reiterada por una Cédula expedida el 14 de julio de 1643 en Tarazona.


El celoso prelado después de recibir la orden se dispuso a cumplirla en unión con el Cabildo Catedralicio, el provisor y Vicario General D. Juan Merlo, el juez de testamentos D. Nicolás Briseño, el Licenciado D. Pedro Salmerón y con el Vicario Foráneo de Tlaxcala D. Andrés Saénz a quienes consulto antes de disponer de los nombramientos de las comisiones que debían designar el monto necesario para tal propósito, llegando a la conclusión de que 10,000 pesos fuertes bastarían para iniciar los trabajos destinados a la formación del Colegio y el sostenimiento de los superiores, profesores y alumnos, pudiendo admitir hasta treinta colegiales.


Estas previsiones fueron protocolizadas ante Don Pedro Ruíz Sobrino, Notario Público, quien elaboró el documento que firmaron los comisionados en unión con el Sr. Obispo el 17 de agosto de 1644. Cumpliendo con este requisito canónico y luego que Don Juan de Palafox donase de su propio pecunio la cantidad de 3,000 pesos para que se elevará el número de alumnos hasta 50, se llevó a cabo la fundación del Seminario de San Pedro, como consta por el acta signada por el ya mencionado notario Ruiz Sobrino el 22 de agosto de 1644, quedando bajo la protección de los apóstoles San Pedro y San Pablo.


Su localización se encontraba entre el colegio de San Juan Bautista y el Obispado en el número 3 de la calle que hoy conocemos como la 5 oriente (antigua calle de San Juan). El edificio que lo albergaba es de dos pisos, con un patio cuadrado, de buen tamaño y tres corredores en la planta baja que estaban destinadas a las cátedras, al tiempo que en la parte superior se dispusieron las salas para los dormitorios. El Rectoral quedaba sobre el vestíbulo de la puerta de entrada, siendo coronado el edificio por una elegante citarilla con grandes almenas que adorna hasta nuestros días su fachada de estilo virreinal, cubierta por azulejos colocados con arte en un decorado que es idéntico al del Antiguo Palacio Episcopal y en la que destaca la portada de la entrada, toda de cantera labrada y que cubre desde el piso bajo hasta la cornisa de la azotea, rematando en medio punto. En cuanto a la puerta a sus lados aparecen dos escudos: uno del Rey Felipe IV y otro del lImo. Sr. Palafox y una inscripción, grabada en piedra, que a la letra traducida del latín se lee: "Este Real Colegio está dedicado al Santísimo Pedro, Príncipe de los Apóstoles, al poderoso príncipe Felipe IV y al Ilustrísimo Inocencio X Pontífice Máximo, de acuerdo con el Decreto del Santo Concilio Tridentino y que ha sido erigido, construido y ampliadas sus cátedras y las distintitas facultades por D. Juan de Palafox Obispo Angelopolitano en el año del Señor de MDCXLVIII." Refiriéndose el año de la inscripción, y no al de su fundación, sino a la terminación de la portada y la fachada.


Una vez concluido todo lo relativo a la fundación del Seminario de San Pedro, el beato Palafox dio aviso a Felipe IV del cumplimiento del documento que le había remitido, acto que fue aprobado por el monarca con una nueva misila, fechada el 30 de diciembre de 1647 validando dicha fundacion, misa que fue ratificada por el Papa Inocencio X mediante la Bula Suprea Mariar Apostolatus datda el 22 de mayo de 1648 en la basílica de Santa Maria la Mayor y en la que se lee lo siguiente: "..en virtud del presente, tundamos, constituimos y establecemos en esta ciudad de la Puebla de los Angeles, el Seminaro de Clérigos, bajo la invocación de San Pedro, principe de los apóstoles, asignándole para su establecimiento la casa situada junto a la Iglesia Catedral, entre el Palacio Episcopal y el Colegio de San Juan....”.


Por lo que respecta a las normas de ingreso, entre otras se estableció que los alumnos de los colegios de San Juan y San Pedro debían ingresar con once años, recibir la tonsura, ser naturales de la Diócesis, así como ser hijos legítimos y que serían instruidos entre otras materias en las siguientes: música, canto eclesiástico, gramática y retórica, idiomas (náhuatl, totonaco, otomí, mixteco, tapanco y choche), Filosofía, Teología Moral y Sagrados Cánones.


Transcurrido el tiempo se construyeron otros edificios como el Colegio de San Pablo, en el que se ofrecía una formación académica rigurosa, la cual se complementaba con la ofrecida en el Colegio de San Pablo (Hoy Museo Taller Erasto Cortés) destinado a acoger a los alumnos más destacados de ambas instituciones y en donde serían instruidos en Filosofía, Teología, Derecho Civil y Derecho Eclesiástico y por la del Colegio de San Pantaleón (ubicada en el edificio que actualmente alberga al Tribunal Superior de Justicia en la calle 5 oriente número 9) en donde se impartian clases de Teología y que conformaba con los otros tres colegios y con la Biblioteca Palafoxiana (fundada en 1646 gracias a la donación persona que el Beato Palafox hizo de cinco mil volúmenes de su propiedad al Seminario de San Juan con el propósito que se convirtieran en el núcleo de un acervo que debía ser fuente de consulta, no solo de los clérigos y seminaristas, sino para todos aquellos que desearan consultarla, convirtiéndola con ello en la biblioteca pública más antigua del continente americano) los "Colegios del Seminario Palafoxiano" que por más de dos siglos formó a numerosas generaciones de sacerdotes, hasta que, a mediados del siglo XIX sucedió el "primer despojo" en el año de 1867 cuando, una vez expulsados alumnos y maestros, los edificios fueron vendidos por las autoridades estatales durante la presidencia de Benito Juárez (El edificio del colegio de San Pantaleón a Manuel García Teruel y los que albergaban los colegios de San Juan, San Pedro y San Pablo al alemán Julio Zeiler).


Como consecuencia, en 1869 el obispo María Colina y Rubio comenzó el largo peregrinar que por un siglo llevaría al Seminario a establecerse en varios lugares, primero en un edificio anexo al templo de San Juan de Letrán (El Hospitalito) bajo la rectoría de José Guadalupe Torres en donde se impartió la materia de filosofía, a la que se sumarian las clases de teología en la casa anexa al templo clerical de San Juan Nepomuceno (la Mansión) y las que eran impartidas en la Capilla del corazón de María y en el exconvento de Betlemitas anexo a la iglesia de Belén y que conformaron la Academia del Seminario Palafoxiano que se transformaría por causa de los esfuerzos incansables del Venerable Ramón Ibarra y González el 16 de julio de 1903 en la Universidad Católica Angelopolitana que llegó a contar con las facultades de Teología, Filosofía, Derecho Canónico, Derecho Civil, Medicina, Ingeniería y Lenguas Clásicas y que fue aprobada por el Papa San Pío X, el 13 de abril de 1907.


Desafortunadamente, apenas unos años después, se viviría "el segundo despojo" el 28 de octubre de 1914 cuando las tropas carrancistas del futuro gobernador Francisco Coss y el coronel Silvino García despojan a la institución de sus edificios, obligando a los estudiantes a tomar clases en casas particulares. Posteriormente, en 1916 se ubicaron en varios sitios: en el antiguo colegio del "Portalillo" a un costado del Teatro Principal; en casas cercanas al Templo de San Pablo de los Frailes y en 1919 en la Sacristía de las Capuchinas (9 oriente, numero 3). Hogar que igual acabaría por ser temporal ya que el 17 de febrero de 1928 y en plena Cristiada se perpetuo el "tercer despojo" por las tropas del general Guevara, empujando con ello a un largo peregrinar que llevaría a nuestro Seminario a asentarse temporalmente en 1929 en el Colegio Paulino (calle Morados, 7 oriente) y en la Casa del pensador mexicano (situada en la 11 poniente) así como en la Casa de Cuna (Ubicada en el Paseo de san Francisco) donde se asentó el Seminario Menor, hasta que fueron despojados de los inmuebles de la calle de Morados y de la Casa de Cuna en 1934 obligando a los seminaristas y maestros a huir hacia Ocotlán y Santa Ana Chiautempan, estableciéndose temporalmente en el periodo que va de 1936 a 1940 en distintos sitios; Amozoc, Huejotzingo, San Bernardino Contla, Tlayacapan, San Luis Tehuiloyocan y Santa Rita Tlahuapan.


Esta situación continuó hasta que pudieron regresar a la ciudad de Puebla en 1942 para asentarse en la calle 9 Oriente, número 5, en las instalaciones del antiguo colegio Jesuita "Del Sagrado Corazón" en el cual permanecerían por más de dos décadas, hasta que en 1956 y gracias al admirable tesón del Sr. Arzobispo Don Octaviano Márquez y Toriz comenzó la construcción de la magna obra que hoy alberga al Seminario, en los terrenos adquiridos para ese fin en la Colonia El Porvenir y que fue celebrada con una Misa Solemne de acción de gracias al aire libre el 7 de octubre de ese año, con la colocación de la primera piedra que en su interior contiene un pergamino redactado en latín y que hace constar la fecha de colocación, el nombre del señor Arzobispo y del rector Dr. Alfonso Reyes y los integrantes de la Comisión Constructora: Mons. Rafael Figueroa, Pbro. Aurelio Mendoza, Sr. Carlos Paz Calderón, Sr. Francisco Cabañas, Sr. Ricardo Villarino y Sr. Joaquín Santillana.


El proyecto, por sus dimensiones grandiosas requirió de varios años de trabajo bajo la dirección de aquel formidable prelado, en un esfuerzo que involucró a toda la Iglesia Angelopolitana, desde el Sr. Obispo Auxiliar, Don Emilio Abascal y Salmerón, pasando por los sacerdotes, diáconos y religiosos, sin olvidar todos y cada uno de los donativos hechos por cientos de laicos y que dieron como resultado que para el 16 de agosto de 1964 y con la presencia de Don Luigi Raimondi, Delegado Apostólico en México, futuro cardenal y Prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, así como de los Excmos. y Rvdmos. Arzobispos y Obispos: Miguel Darío Miranda, de México; Alberto Mendoza, de Campeche, Ernesto Corripio, de Tampico, Luis Munive, de Tlaxcala, entre otros se llevase a cabo la Solemne bendición del primer edificio del complejo que desde ese dia alberga al Pontificio Seminario Conciliar Palafoxiano Angelopolitano y que a lo largo de los 59 años de existencia en su más reciente campus ha sido testigo de hitos tan importantes como la celebración de la III Asamblea General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) Presidida por el Papa San Juan Pablo || el 28 de enero de 1979.


El envío constante de algunos de los alumnos más destacados para continuar su formación en Italia y España durante el tiempo de Don Octaviano Márquez y Toriz y Don Rosendo Huesca Pacheco. Así como el reconocimiento oficial en el 2010 por parte de la SEP de las licenciaturas de Filosofía y Teología del “Instituto Palafoxiano de Estudios Superiores”, ya en el episcopado de nuestro actual Arzobispo Don Víctor Sánchez Espinosa, quien ha tenido la dicha de atestiguar la graduación de más de diez doctorados egresados de esta grandiosa institución que bajo el amparo del Espíritu Santo sigue al día de hoy su infatigable labor académica para mayor bien de esta Iglesia peregrina en Puebla, México y América Latina para gloria de Dios.


M. I. SR. CANGO. JOSÉ LUIS BAUTISTA GONZÁLEZ

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